UN NUEVO REALISMO, EL OBJETO

(Su valor plástico y cinematográfico)

Fernand Léger

Todos los esfuerzos en el renglón del espectáculo o la película cinematográfica deben concentrarse en hacer resaltar los valores del objeto, aun a expensas del sujeto y de todos los demás llamados elementos de interpretación, sea esto lo que fuere.

Todo el cine corriente es romántico, literario, expresionista, histórico, etc.

Olvidemos todo esto y consideremos, si les parece: Una pipa.. una silla… una mano. un ojo… una máquina de escribir… un sombrero. un pie, etc. Consideramos esas cosas en lo que pueden aportar a la pantalla tal como están aisladas, realzando su valor por todos los medios conocidos.

En esta enumeración he incluido a propósito (sic) partes del cuerpo humano a fin de destacar el hecho de que en el nuevo realismo, el ser humano, la personalidad, es muy importante sólo en esos fragmentos, y que esos fragmentos no deben ser considerados de mayor importancia que cualquiera de los demás objetos anotados.

La técnica destacada es aislar el objeto o el fragmento de un objeto y presentarlo en la pantalla en primeros planos en la mayor escala posible. La ampliación enorme de un objeto o un fragmento de objeto le confiere un carácter que nunca tuvo antes, y de esta manera puede convertirse en vehículo de un poder lírico y plástico enteramente nuevo.

Sostengo que antes de la invención de la cinematografía nadie conocía las posibilidades latentes en un pie, una mano, un sombrero.

Se sabía, desde luego, que esos objetos eran útiles: se los veía, pero nunca se los miraba. En la pantalla pueden ser mirados -pueden ser descubiertos y se descubre que tienen belleza plástica y dramática cuando son presentados en forma apropiada. Estamos en una época de especialización; de especialidades. Si los objetos manufacturados están en general bien construidos, notablemente bien terminados, es porque han sido realizados y verificados por especialistas.

Me propongo aplicar esta fórmula a la pantalla y estudiar las posibilidades plásticas latentes en el fragmento ampliado, proyectado (como primer plano) en la pantalla, especializado, contemplado y estudiado desde todo punto de vista tanto en movimiento como inmóvil.

Allí tenemos todo un mundo nuevo de métodos cinematográficos. Esos objetos, esos fragmentos, esos métodos, son innumerables, ilimitados. La vida está llena de ellos. Veámoslos en la pantalla.

La cuestión es saber cómo explotarlos; la cuestión es descubrir la forma apropiada de usarlos. Es más difícil de lo que parece.

Para obtener el efecto plástico justo, los métodos cinematográficos habituales deben ser olvidados completamente. La cuestión de la luz y de las sombras adquiere importancia primordial. Los diferentes grados de movilidad deben ser regulados por los ritmos que controlan las diferentes velocidades de proyección de la muniterie, y la regulación del tiempo de las proyecciones debe ser calculado matemáticamente.

Se necesitan hombres nuevos, hombres que hayan adquirido una nueva sensibilidad hacia el objeto y su imagen. Por ejemplo: si un objeto es proyectado durante 20 segundos, adquiere todo su valor; proyectado durante 30 segundos, se vuelve negativo.

Un objeto transparente puede permanecer inmóvil y la luz le dará movimiento. Un objeto opaco puede, entonces, ser movido en ritmo con el movimiento del objeto transparente. De esta manera puede ser obtenida una enorme variedad de efectos con el uso de objetos diferentes que en sí no tienen absolutamente ninguna expresión si no son manejados con comprensión y conocimiento. La luz es todo. Transforma un objeto por completo. Se convierte en una personalidad independiente. Tomemos una cacerola de aluminio. Hagamos que los haces de luz jueguen sobre ella desde todos los ángulos, penetrándola y transformándola. Presentemos en la pantalla en un primer plano: interesará al público por un tiempo, que debe determinarse. El público no necesita saber nunca que ese efecto mágico de luz en distintas formas, que tanto le encanta, no es más que el de una cacerola de aluminio.

Lo repito porque todo el valor de este artículo reside en esto: el efecto poderoso y espectacular del objeto es ignorado completamente por el momento.

La luz anima los objetos más inanimados y les da valor cinematográfico.

Este nuevo punto de vista es exactamente opuesto a todo lo que se ha hecho en el cine hasta ahora. Las posibilidades del fragmento o elemento han sido siempre descuidadas a fin de presentar masas vagas en movimiento en el ritmo activo de la vida diaria. Todo ha sido sacrificado en favor de un efecto que no guarda relación con la verdadera realidad. El realismo del cine debe ser creado aún Será la obra del futuro.

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